Esto son mis conclusiones; todo el mérito (poco) y la culpa de las mismas es mía. Y me encantaría poder debatirlas con vosotros.
Si a todo lo anterior se añade que un porcentaje elevado de los hombres de las nuevas generaciones piensan que las mujeres en la sociedad actual tienen mejores oportunidades que ellos, creo que nos encontramos en un punto crítico. Datos: solo a un 38 % de los hombres jovenes en USA les preocupa la igualdad de género, una caída de 10 puntos en 5 años y recordad el famoso 44 % del CIS de hace unos meses.
Como sabéis, los procesos de transformación van perdiendo el impulso con el tiempo. Creo que estamos en un momento crítico del movimiento por un liderazgo femenino. Creo que si nos acomodamos a lo que estamos haciendo y nos damos por satisfechas (y satisfechos que los hombres pueden y deben estar involucrados), no daremos el salto definitivo.
Ante la situación actual, debemos abrir los ojos y hacer énfasis en las dos únicas acciones que nos llevarán a alcanzar la tan ansiada igualdad:
Necesitamos el poder.
Debemos alcanzar el 50 % de mujeres CEO, es imprescindible. El entorno es una barrera inmensa para alcanzarlo, cierto. Pero debemos mirarnos a nosotras mismas, a nuestras barreras internas y educativas que nos alejan de esa ambición. Todas somos conscientes del desgaste que supone la alta dirección, del coste que debemos pagar en nuestra vida personal para alcanzarlo y de la complejidad. Pero si no lo conseguimos no cambiaremos la cultura o lo haremos en un horizonte lejanísimo.
Y debemos ejercer ese poder de forma ejemplar y responsable. Y, desde luego, no masculinizándonos, sino sabiendo que ejerciéndolo desde nuestra perspectiva femenina todos saldremos ganando.
Las que ya estamos tenemos una enorme responsabilidad en el desarrollo de las ejecutivas del futuro. En liberarlas de toda limitación y capacitarlas para que ellas terminen la labor que se empezó hace ya tantos años.
Debemos involucrar a nuestros colegas masculinos
Porque solas no podemos, porque ellos también están ante un reto frente a como han sido educados y, sobre todo, porque esto no es un problema de géneros. Es un problema de todos.
Al igual que la mujer, el hombre avanza por la vida con sus propios sesgos y creencias limitantes. Con los que actúan y reaccionan en el día a día y conforman la cultura de la sociedad y la empresa.
Cambiar la cultura de la empresa, implica que los líderes masculinos eliminen muchos de sus sesgos y creencias, para adoptar un nuevo esquema de valores.
Y si no se involucran y si no trabajamos juntos nosotras y ellos en ese cambio nos encaminamos a, simplemente, un conflicto por quien tiene el poder. Y el reto no es ese.
EL RETO ES CREAR UNA SOCIEDAD EN IGUALDAD PARA TODAS Y TODOS QUE LEGUEMOS A NUESTROS HIJOS E HIJAS.